Todo padre se debe enfrentar a los típico problemas de enseñanza a los hijos. Y el tema se complica cuando el niño es obstinado y no le gusta recoger sus juguetes, comer verduras o acostarse temprano. Existen técnica de persuasión o derechamente obligarlo a mantener el orden. Pero esta rutina puede terminar, generalmente, en gritos y peleas dejando a todos malhumorados.
Lo bueno es que esto se puede evitar utilizando la famosa “psicología inversa” o psicología de lo contrario. En este caso, “prohibir” que el niño coma las verduras que no le gustan en vez de imponerle. Se sabe que lo que se prohíbe es lo que más llama la atención, y, probablemente, esa comida poco atractiva pronto se convertirá en una de las favoritas del niño.
Este tipo de métodos se pueden encontrar en el portal Reddit donde existen muchas historias de sus usuarios y que les dio resultado a la hora de criar a sus hijos o que ellos recuerdan que lo hicieron sus padres con ellos y les resultó.
Acá te dejamos una selección que te podrían servir si te encuentras en alguna de esas situaciones o que puedes aplicar cuando creas que sea necesario. Así podrás evitar peleas y llantos o levantar la voz. Úsalas en forma esporádica y en situaciones donde lo creas necesario.
1 “Una amiga de mi madre colocaba verduras en su plato, pero no dejaba que sus hijos se las comieran. Cuando le pedían que les diera a probar, ella les decía con evasivas: “Esto es comida solo para adultos. Pero podría darte un poquito nada más”. Así sus hijos crecieron fanáticos de las verduras. En cambio yo debía quedarme hasta tres horas en la mesa contemplando un plato lleno de coliflor asquerosa que no quería comer”.
2 “A una amiga le privaban cuando pequeña las ensaladas cuando se portaba mal. A final se terminó enamorando de ellas y buscaba comerlas el máximo posible en la cafetería de la escuela. Otra anécdota graciosa: con su esposo, pasó algo similar lo castigaban prohibiéndole leer. Hoy el resultado es similar”
3 “Mi madre me dejaba comer bombones antes de tomarme la sopa, pero solo compraba los que no me gustaban. Después dejé de pedirlos y prefería comerme la sopa. Puede no parecer terrible, pero créeme, sufrí en ese tiempo”.
4 “Dos veces al año, dejo que mis hijos coman lo que quieran y hagan lo que quieran. Generalmente, esto provoca que coman mucha comida chatarra. Las primeras veces comieron todo lo que pudieron para luego vomitar. Ahora se controlan más y eligen cuidadosamente el manjar que quieren comer, que generalmente es mucho más sano que otra comida menos saludable”.
5 “Cuando niña no quería levantarme por la mañana. Entonces mi mamá me dijo que podría hacerle una broma a papá y que creyera que yo seguía durmiendo. Entonces me dijo que me vistiera y me tapara con la sábana y fingiera que dormía. Cuando mi padre viniera a despertarme, lo “engañaría” porque ya estaba lista hace rato. El truco funcionó por años y nunca sospeché nada. Ahora que lo pienso es lógico que mis padres solo querían que estuviera lista para ir a la escuela y sin peleas”.
6 “Mi papá hacía un juego con nosotros donde había que doblar y clasificar la ropa lavada según su color. El ganador era quien doblaba más. Mi papá nunca ganó en este juego”.
7 “No sé si esto es psicología inversa o si fue una medida tomada por la desesperación y el cansancio. Estábamos en la fila para pagar en caja cuando mi hija de 3 años comenzó con una rabieta que la dejó en el suelo reclamando. La miré y le dije bien fuerte: “¿Dónde está tu mamá? ¡Tenemos que encontrarla!” Ella se asustó y me miraba perpleja. La rabieta se le pasó de inmediato”.
8 “Mi hijo no quería recoger sus juguetes y como adoraba las competiciones, le sugerí que recogiera primero los juguetes rojos lo más rápido que podía y luego, los azules. Y así con el resto. Al final, todo quedó perfectamente ordenado”.
9 “Mi madre me hizo aprender un idioma cuando me dijo a mi hermano le salía mejor que a mí“.
10 “A que no puedes…” esa afirmación la odian mis dos hijos. Si les digo, “Por favor, recoge tus juguetes”, es seguro que dirán que no. Pero si les digo “A que no puedes guardar todos tus juguetes en la caja”, lo más seguro es que irán corriendo a poner todo en orden. y ellos me dirán “Mira, ¡ya vez que podía hacerlo!” Yo siempre respondo con una enorme cara de sorpresa. Hoy tienen 4 y 7 años de edad y sé que no siempre podré usar esta técnica con ellos, pero por el momento funciona de maravilla”.
11 “En la casa había un “libro prohibido”. Mis padres me decían que podía leerlo siempre que me portara bien. Una vez me quedé solo en casa y aproveché el momento para agarrar ese libro. Leí casi hasta la mitad rápidamente. Era sobre la historia de China en los últimos 5.000 años. Ahora estoy seguro que me tomaron del pelo hábilmente”.
12 “Mi hijo era muy impulsivo cuando pequeño y trataba de escapar cuando íbamos en la calle en vez de tomarse de mi mano. Así es que empecé a decirle que debería ir conmigo de la mano para que nadie me fuera a robar. Y funcionó. Eso hizo que se sintiera responsable cada vez que salíamos”.
13 “No le pidas a un niño que haga una cosa, mejor es dejarlo que escoja entre dos opciones. Cuando es hora de irse a dormir, mi hija se niega a hacerme caso, entonces le pregunto: “¿Quieres recoger tus juguetes o dormir?” Ella siempre prefiere irse a dormir. Creo que a los niños más pequeños esto les ayuda a sentir que su opinión vale”.
14 “Cuando tenía que hacer una tarea de la casa siempre me quejaba y me demoraba en empezar, entonces mi papá me hacía escoger entre dos opciones: cortar el césped o limpiar las ventanas. Así elegía una cosa y la hacía rápido. Casi me vuela la cabeza cuando cuando me contó su truco a los 20 años de edad. Ahora yo estoy aplicando el mismo método con mis alumnos o con los niños que cuido. Siempre funciona”.
15 “No se si sea psicología inversa, pero cuando mi hijo mayor tenía 4 años, generalmente entraba estrepitosamente en nuestro dormitario y muy temprano. Así que tenía que levantarme y entretenerlo, o mandarlo a su habitación con alguna misión para poder dormir unos minutos más. Una vez tenía que descubrir cuál de sus piernas corría más rápido. Así que empezaba a dar muchas vueltas por el pasillo por un largo rato. Cuando se cansaba, regresaba a mi habitación para contarme que las dos piernas eran igual de rápidas.
16 “Le estoy enseñando a mi hijo a usar el orinal ahora que acaba de cumplir 3 años. Él es muy obstinado, y está costando un poco en comparación con su hermana. Cuando le pongo un pañal, le digo: “Los pañales son solo para los bebés, así que pongámosle el pañal al niño pequeño”. Y él me responde: “¡Yo no soy pequeño!” Y yo: “Bueno, es que los niños más grandes usan el orinal”. Hoy llevamos cinco días desde que dejó de usar los pañales de día“.