¿Recuerdas la última vez que comiste una uva que tenía realmente sabor a uva o un tomate que tuviera un sabor a tomate real? Actualmente, los sabores tradicionales han sido reemplazados paulatinamente por uno artificial que te deja un sabor menos gratificante en la boca. Del producto original sólo queda la forma. Aunque a veces, ni siquiera aquello se conserva.
En Argentina el comienzo sucedió hace dos décadas, cuando el modelo tradicional se reemplazó por la biotecnología y cultivos transgénicos de soja, algodón y maíz. Aunque se asegura que no perjudican la salud, a veces se advierte lo contrario e inclusive se le suman los potentes herbicidas que se usan para su cuidado y que pueden generar diversas consecuencias.
El país sudamericano tenía 24,3 millones de hectáreas plantadas con transgénicos, según registros del Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de la Biotecnología (ArgenBio). Esto convierte a Argentina en el tercer país que más produce transgénicos, después de Estados Unidos y Brasil. Expertos estiman que unos 300 millones de litros de glifosato son utilizados para su cultivo, especialmente en las áreas donde se produce la soja.
Por esta razón, hay consumidores que están optando por buscar productores que cultiven alimentos orgánicos para preservar su salud y la de su familia. Incluso algunos han optado por plantar en su propio hogar.
A continuación te entregamos algunas experiencias de productores que están logrando volver a las tradiciones sin usar pesticidas ni químicos, respetando los procesos de la naturaleza.
Frutillas orgánicas en Jujuy (Argentina)
En la pequeña localidad de Las Pampitas (Jujuy) se cultivan a cielo abierto estas frutillas sin usar ningún agregado químico, usando fertilizantes orgánicos. Así, consiguieron uniformidad de tamaño y color rojo propio de una frutilla “verdadera”.
Las imágenes hablan por sí mismas: si miras su color y textura, notarás una gran diferencia con las que venden en su negocio local. Y si las pruebas, sus sospechas se confirmarán.
Zucchini orgánico en Salta (Argentina)
En la localidad de General Pizarro se cultivan zapallos alargados conocidos como zucchini, que han sido biofertilizados, aumentando su producción en un 20% en apenas un mes sin usar ningún agregado químico.
Su tamaño demuestra que se puede lograr un producto de gran tamaño en forma genuina, sin usar aditivos artificiales para inflar su estructura.
Tomates rosados en Chile
Agricultores chilenos de la localidad de Peumo rescató la ancestral tradición del tomate rosado, muy utilizado en el país hasta a mediados del siglo XX. Aquel es el tomate recordado por los adultos como el que “sabe a infancia”, y es muy valorado en el mundo gastronómico por su aroma, textura y sabor.
Luego de ser desplazado por los cultivos industrializados, su regreso fue propiciado por iniciativa de agricultores locales. “Esta es una especie antigua que se está rescatando”, señala uno José Flores, uno de dichos agricultores. “Es un producto totalmente natural, no usamos pesticidas; lo alimentamos con materia orgánica y no es transgénico”.
“Este tomate tiene características únicas, y posee una gran ventaja, porque es muy jugoso. Además al tener un color rosado, se distingue del tradicional rojo del tomate. Posee mucho brillo, es bonito, atractivo”, cuenta.
Una forma de apoyar estos cultivos es comprar a los pequeños productores, pese a que puede que no resulte tan sencillo debido a que no poseen una cadena de abastecimiento, distribución y logística como la industria.
Pero si consumimos productos orgánicos en los comercios -y especialmente si los pedimos y los exigimos-, los comerciantes terminarán ofreciendo productos orgánicos en mayor cantidad para satisfacer la demanda. Con ello, sus precios disminuirán.
¡Aún podemos volver a lo natural!