Se supone que el día de tu cumpleaños debe ser divertido, alegre y que ojalá todo lo que suceda se sienta de maravilla. Pero la famosa “cara en el pastel” es un suceso que podría llevar a pique al festejado. Esta tradición cumpleañera de la que por décadas hemos sido testigos es, para muchos, una de las experiencias más desagradables que se pueden vivir en tu día especial.
Desde pequeños hemos vivido ese momento traumático después del cumpleaños feliz y los deseos, cuando comienzan a entonar el temido cántico “el mordisco, el mordisco”. Claro que todos sabemos que no se tratará de una simple mascada de pastel, sino que probablemente será tu cara completa la que terminará ahí dentro.
Una vez que una o varias personas te empujan hacia el pastel, las cosas comienzan a ponerse incómodas. Nace esa “risa nerviosa”, disimulando que estás disfrutando el momento cuando en realidad lo único que quieres es que alguien se dé cuenta que el pastel está hasta en tus fosas nasales.
Si bien hay algunas personas que te prestan ayuda, siempre hay alguien que dice frases como, “no seas exagerado, si no es para tanto”. Pero claramente si es para tanto, ya que nadie está contento cuando tiene partes del pastel en lugares que jamás imaginaste que podrían llegar.
Sin embargo, esto no se trata solo de mi experiencia o de algunos otros conocidos, hay bastante psicólogos que hablan sobre la “experiencia traumática” que puede significar la embarrada de pastel para muchos niños.
A nadie le gusta que se rían de uno y menos en el día de su cumpleaños.
Dejar de lado esta vieja tradición de aventar la cara en el pastel será difícil tal vez, pero es momento de comenzar a disfrutar de esa preparación como corresponde, en un plato con un tenedor.