Aunque es suizo, Ernst Götsch adoptó a Brasil como su país de residencia. Allí difunde una nueva manera de generar alimentos en los bosques, la agrosilvicultura, y demuestra que los sistemas agroforestales son agroecosistemas son bastante similares a los sistemas naturales. “La vida no conoce el tiempo, conoce el flujo”, es la premisa.
A diferencia de la “revolución verde” y el insostenible modelo de agronegocios, aquella máxima logra recuperar suelos degradados sin aportes externos. Es la agrosilvicultura quien evita los ciclos antiecológicos de la agricultura industrializada. La quema es igual al suicidio en un planeta como la Tierra, un biocondensador que almacena hidrocarburos y captura el 1% de la energía del sol.
Götsch se compró una granja con el singular nombre de “Fugados da Terra Seca” (“Fugados de la tierra seca”) en Tabuleiro de Valença (Bahía), que había sido abandonada tras la degradación que sufrió por la intensiva extracción maderera.
Ahí logró implementar el sistema agroforestal y, en apenas un año, plantó 500 hectáreas de bosque intercaladas con hortalizas, banana y cacao. Diez años más tarde, desde el aire se podía ver un denso bosque que ocultaba una zona agrícola muy productiva.
Este sistema adoptado por el suizo, llamado agrosilvicultura o luego bautizado como agricultura sintrópica, pudo regenerar la fertilidad del suelo, revivió las desaparecidas nacientes y trajo de vuelta la lluvia. En pocas palabras, generó un ciclo continuo de renovación.
“Lo logré trabajando junto con la naturaleza y no contra ella”, cuenta Ernst. “Usé estrategias que se asemejan al modo de funcionamiento de los ecosistemas naturales”.
“Nosotros, seres humanos, somos parte de ese sistema. En vez de explotadores, podemos ser creadores de recursos”, continúa Götsch. “Cada planta necesita no solo del suelo, nutrientes y agua, sino también de condiciones microclimáticas para desarrollarse. Cuando entienden eso, los agricultores crean ecosistemas biodiversos que proporcionan a cada planta una burbuja de vida, eliminando el uso de veneno y fertilizante”.
En el contexto de la agrosilvicultura, la siembra de cultivos agrícolas debe ir en conjunto con el de las semillas de los árboles y las plántulas. Así, crecen y crean sombras, ayudando a la restauración de la fertilidad del terreno. Luego de la implantación, en un máximo de dos meses el agricultor ya podrá cosechar legumbres. Luego, podrá recoger piña, maíz, mandioca y verduras, logrando ingresos para invertir en el desarrollo de nuevos cultivos y la recuperación de la zona.
Algunas de las plantas que usa Götsch son:
- Ipe guapuruvus púrpura
- Pitanga
- Ingá
- Sisal
- Verdolaga
- Escobas
- Marcela
- Mandacaru (cactus)
- Guandu
- Frijoles
- Anacardos
- Papaya
Más tarde implante especies secundarias, como el plátano enano, guayaba, jurubeba, tomate de árbol y de ciclo largo con pitanga, guayaba, aguacate, araticum, ingá-lipo y los espinillos.
Para Götsch también son claves los dispersores de semillas naturales: las aves. Han aparecido algunas aves exóticas como las alondras, y otras que se creían extintas. Además, la polinización a través de insectos y colonizadores como las bacterias son claves para generar la biodiversidad.
No obstante, tomará entre 250 y 300 años alcanzar el clímax con las características de la autorreproducción forestal. Pero al menos hasta hoy han rebrotado 14 nacientes en estas tierras, gracias al investigador y agricultor. Götsch por fin le cambió en nombre al terreno por “Olhos D’ Água” (“ojos de agua”).
Estas son tareas urgentes, en especial en épocas de crisis climática. En Brasil, por ejemplo, la sequía también es ética e intelectual con medidas desastrosas como una modificación al Código Forestal carioca. Sin bosques no podremos sobrevivir. Ni como individuos, ni como especie.