La revolución de los huertos escolares de a poco empieza a instalarse en algunos recintos educacionales que buscan educar a sus alumnos de una manera más global y con el siempre importante ”aprender haciendo”.
Lo importante es crear huertos alejados de las sustancias dañinas que nos ofrecen los productos ”naturales” que encontramos en supermercados y tiendas llenos de pesticidas, metales pesados y otros elementos que atentan contra nuestro organismo.
Derecho a tener una alimentación de calidad
No sólo tenemos derecho a la alimentación, sino a una que sea de calidad, una que no se da en los colegios cuando la inversión en la comida de cada niño tienen un presupuesto muy bajo. El llamado es a que enseñemos a las nuevas generaciones a trabajar la tierra para que ellos mismos sean los guardianes de su salud, que rieguen sin sustancias dañinas para no mermar nuestra salud.
La escuela juega un papel fundamental en el cambio de mentalidad y en la importancia que los más pequeños pueden darle a su alimentación. En los recintos educacionales se deben formar ciudadanos autónomos, críticos y respetuosos con el planeta.
El huerto escolar como una herramienta global
El huerto escolar es una muy buena herramienta donde todos pueden participar. Profesores y padres pueden comenzar un diálogo a través de él, los abuelos de los niños pueden aportar conocimientos, los inmigrantes pueden ser incluidos también.
El huerto que comienza a verse en las escuelas es parte de una revolución. En él los niños y niñas pueden experimentar la vida, la naturaleza. Pueden experimentar una conexión con la tierra y por ello se convierte en un éxito donde se abarca la interacción, el cuidado de las plantas, la comprensión de como se inicia una vida y como se preserva para que luego nutra y cuide nuestro organismo.