El autismo se refiere a una variedad de trastornos del desarrollo, que componen el espectro autista, y que algunas personas sufren desde el nacimiento o desarrollan en los primeros años de vida, según la asociación Kids Health.
Por lo tanto cuando una persona sufre afecciones que forman parte de este espectro, tiene trastorno del espectro autista (autism spectrum disorder, ASD). El autismo afecta en gran medida al cerebro, por lo que el comunicarse o interactuar con las otras personas se les hace muy complicado a quienes lo padecen.
Ahora la gran pregunta es ¿será posible curar el autismo solo cambiando la alimentación? La madre de Maia asegura que su hija lo logró y esta es su historia.
Maia nació en España el 2008, pero luego su madre regresó a Argentina y a los 17 meses de vida de su pequeña notó que “se apagó”. A los tres años y medio le diagnosticaron TGD no específico con discapacidad mental. Uno de los médicos le dijo que “con suerte, esta nena alguna vez va a ir al baño”.
Sin embargo, a pesar del desalentador pronóstico, su madre no se rindió y comenzó a investigar por sí misma otras opciones de tratamiento. Entonces descubrió una teoría que relaciona el autismo con lo que sucede en nuestros intestinos.
Teoría
Algunos especialistas plantean que el mal funcionamiento de las uniones estrechas intercelulares del intestino permite que entren alimentos mal digeridos en la sangre y, según la predisposición genética de la persona, esos elementos pueden desarrollar enfermedades autoinmunes, inflamatorias, infecciones, alergias o cánceres, tanto intestinales como en otros órganos.
Quien trabaja con esta hipótesis es la ONG Liga de Intervención Nutricional contra Autismo e Hiperactividad (LINCA), la cual ayuda a las familias con personas que presentan algunos de estos trastornos. En su página web hablan sobre Karl Reichelt, médico e investigador noruego que fue uno de los primeros en asocia la conducta de niños autistas con la de los adictos al opio o a la morfina.
El investigador encontró en la orina de estos pacientes elementos con una gran similitud molecular a la morfina y propuso la teoría de que un grupo importante de personas con trastornos del desarrollo no digieren correctamente las proteínas, en especial las que están en los lácteos y el gluten.
El 2012 la madre de Maia cambió el plan de alimentación para toda su familia y los primeros días fue bastante complicado para la pequeña, ya que sufrió una especie de síndrome de abstinencia a los lácteos, estaba intranquila y molesta. Pero luego de unos días todo cambió, su madre la fue a buscar a su cuna y ella se enderezó por si sola y sostuvo su mirada, como no lo había hecho por años. Así fue como se dio cuenta de que estaba funcionando y había comenzado a ver un cambio significativo en su hija.
Maia ya está en el colegio y es la mejor en su clase de matemáticas, puede sociabilizar con los demás y tiene todos los intereses de una niña de su edad. Los médicos son los más sorprendidos ya que no creían que pudiera tener los logros que a alcanzado con tanta facilidad hasta ahora.