El “efecto rebote” o el hecho de que la “dieta milagrosa” no haga efecto en tu cuerpo suceden porque tu cerebro lucha contra tu determinación de perder peso.
El cerebro controla todas las funciones vitales de tu organismo, manteniendo todo bajo control y evita los cambios porque los asimila como un problema. Si esto lo llevamos a la práctica de un régimen alimentario en donde perdemos muchas calorías de un momento a otro, la mente creerá que algo malo está pasando, quizá un problema de escasez que hay que solucionar.
Sentir más hambre al hacer dieta
Cuando hacemos una dieta en la cual no deberíamos pasar hambre, pero tenemos el efecto contrario y al tercer día solo pensamos en comida, no estamos hablando de que esta dieta nos hace pasar hambre, sino de algo interno de nuestro cuerpo.
El cerebro tiene un punto de ajuste acerca del peso, el que le parece saludable, pero no es infalible, por lo que puede que este punto esté por sobre el peso ideal. Entonces si de un día para otro se comienzan a reducir las colorías, el cerebro actuará a la defensiva y reducirá los niveles de leptina, la hormona que nos hace sentir satisfechos, provocando que tengamos más hambre.
Todo está en el cerebro y en las hormonas, por eso las dietas restrictivas no son eficientes.
El cerebro cuida la energía
El cuerpo gasta calorías constantemente, incluso cuando “no hacemos nada”. Toda la energía que usamos fuera de las horas de sueño y del tiempo que pasamos ejercitándonos, se llama termogénesis no causada por el ejercicio (TNCE).
Estas son todas las calorías que gastamos o quemamos en las actividades cotidianas, por eso cuando bajamos de peso drásticamente por una dieta, el cerebro activa otro mecanismo de defensa, que es reducir el TNCE. Por lo que harás menos esfuerzos en tu día a día, sin siquiera darte cuenta, te levantarás de la silla menos veces o tomarás el ascensor en vez de subir por la escalera.
Lo que sucederá con esto, es que todas las calorías que “perdiste” con la dieta, las recuperarás con el hecho de hacer menos movimientos diarios.
La solución
La única solución para que el cerebro no luche contra tu pérdida de peso, será hacerlo de una manera lenta pero constante.
El cerebro solo quiere que tu cuerpo funcione bien y no desea perder muchos kilos en pocos días. Cuida tu cuerpo y propónte otras metas, como incorporar vegetales en todas las comidas durante un mes, en vez de bajar 10 kilos en dos meses. Presta atención a lo que comes, en vez de lo que estás dejando de comer.
No importa cuántos kilos bajes en un mes, lo importante es que comiences a alimentarte de manera saludable, para que tu cerebro te acompañe en el proceso y que bajar de peso sea un efecto secundario.