Generalmente se hace el estudio de una nación centrándose en sus métodos económicos, su evolución política, su cultura, su producción o su historia en general, sin embargo cuando estamos hablando de China, no podemos dejar de lado la enorme cantidad de flores que la invaden al llegar la época de primavera.
Es un momento en donde las grandes urbes, llenas de edificios y calles atestadas de gente, pasan a segundo plano para dar lugar a la belleza natural, la cual poco a poco hemos dejado de lado y suplido por inventos hechos por el hombre.
En la provincia de Guizhou, de más de 176.000 kilómetros cuadrados, situada al suroeste de China, la primavera exploto literalmente, con el hermoso color que entregan las flores de cerezos. El blanco y el rosa se transforman en amarillo y blanco al acercarnos más a la ciudad de Anshun, la segunda urbe más poblada de la provincia, cuyos campos de colza son llamados “el mar dorado”, desde los cuales se extrae el aceite y la miel.
Estas inmensas extensiones de campo han sido utilizadas, en muchas ocasiones por los lugareños como un lienzo vivo, con el cual dibujan o escriben en gran tamaño utilizando la paleta que la vegetación les entrega.
Más al norte se puede apreciar el blanco y el rojo, debido al cultivo de albaricoques en la provincia de Shaaxi. Incluso los huesos de esta fruta son cotizados gracias a los beneficios que prometen tener en la salud.
No todo es concreto o tecnología en China, también está el lado más natural y apegado a la tierra, la China agrícola, en donde se pueden apreciar los maravillosos colores de la naturaleza.