Los beneficios de la caléndula se concentran en sus flores naranjas o amarillas y ayudan a curar heridas y úlceras, además de para males digestivos y hepáticos.
La caléndula es nativa de Egipto y se introdujo en Europa en el siglo XII y desde ahí se extendió a otros lugares del mundo.
Se cultiva en España, Inglaterra o Alemania, pero también abunda en EE.UU y México, Costa Rica, Brasil, Colombia, Uruguay, Argentina o Cuba.
En el mediterráneo su uso se da desde los griegos, aunque ya se apreciaban sus atributos curativos por árabes e hindúes.
Su nombre científico es Calendula officinalis L., y se conoce como caléndula, maravilla o copetuda, entre otras denominaciones que tiene.
Además de sus propiedades medicinales es una aliada en la huerta orgánica para prevenir el ataque de pulgones.
Uso externo para afecciones de la piel
Diversos estudios científicos han evaluado el potencial de esta flor como antiinflamatorio y cicatrizante, lo que también le ha atribuido la medicina popular lo que ha sido probado por pueblos de distintos lugares.
En las Monografías E de la Comisión de Alemania -guía terapéutica sobre usos y características de plantas medicinales- se considera a la caléndula como cicatrizante y antiinflamatorio de uso externo.
También se usa como tópico para alteraciones inflamatorias de las mucosas bucofaringeas y en uso externo para heridas que incluso tienen difícil cicatrización como la úlcera varicosa.
Se usa en infusiones, pomadas, cremas y tinturas para inflamaciones de la piel y de las mucosas, erupciones cutáneas, heridas, fornículos, faringitis, dermatitis, picaduras de insectos, procesos de cicatrización difíciles, contusiones, moretones entre otros.
Un estudio cubano dice que la caléndula sirve como alternativa terapéutica en el tratamiento de candidiasis vaginal recurrente tras evaluar como actúa mediante la utilización de tintura de caléndula por vía tópica.
La ESCOP (European Scientific Cooperative on Phytotherapy) la indica en inflamaciones menores de la piel y la mucosa oral, heridas o cortes superficiales.
Debido a sus propiedades antibacterianas y antiinflamatorias, se incluyó su crema en el tratamiento resultando esta flor “como una excelente opción que mejora los procesos de cicatrización, aún en circunstancias clínicas adversas para el paciente, más económica y accesible que lo que ofrece el mercado en la actualidad“.
Igual se utiliza en cremas hidratantes ya que presenta similitudes con el aloe vera para antes y después de la exposición al sol ya que contiene mucílagos, saponinas y otros elementos con gran poder humectante.
Uso interno: Para úlceras, males gástricos y hepáticos
En lo popular internamente se usa para tratar la gastritis, dismenorreas (menstruación dolorosa) espasmos del tubo digestivo, úlceras gastroduodenales, insuficiencia hepática o migrañas, aunque dichos usos no poseen una evidencia científica sólida, remarca una monografía española sobre la caléndula.
Internamente también se usa para estimular la actividad hepática, para la secreción biliar y el tratamiento de úlceras gástricas.
Desde hace mucho los curanderos de Europa usaban infusiones, extractos y pomadas caseras a base de caléndula para estimular la transpiración durante la fiebre, para inducir la menstruación o dar cura a la ictericia que es un trastorno hepático que da una coloración amarilla a la piel y las mucosas.
En EE.UU los preparados de caléndula se usan desde el siglo XIX para tratar problemas el hígado, úlceras en el estómago, hinchazones y hasta la conjuntivitis.
Modo de preparar la caléndula
Para afecciones de la piel
Cocción de 1-2 puñados de flores en 1 litro de agua. Aplicar a modo de compresas, duchas vaginales y uso externo.
Para fiebre, problemas del estómago, ulceraciones
Infusión de 30 a 40 gramos de flores para 1 litro de agua.
Se pone agua a hervir. Cuando llegue al punto de ebullición, agregue las flores secas de caléndula y las dejas reposar de 3 a 5 minutos para luego apagar el fuego. Colar y dejar reposar unos 10 minutos para servir
Tomar tres a cuatro tazas al día.