¿Sabías que los higos no son frutas? De hecho, son una especie flores invertidas que florecen dentro de esa gran vaina oscura con tonos rojizos que se conoce como la “fruta higo”. Cada una de estas flores produce un único fruto de cáscara dura y una sola semilla llamado “aquenio”, por lo tanto, un higo está formado por múltiples aquenios, los cuales le dan esa textura tan característica.
Pero lo más extraño de todo, es que para que ese fruto se forme es necesario que ocurra un proceso de polinización especial que depende de un insecto, la avispa.
Este insecto es el encargado de transportar su material genérico y permitir su reproducción. Las avispas, además, no podrían vivir sin los higos, porque depositan sus larvas en el interior de la fruta y esa relación es conocida como simbiosis o mutualismo.
Proceso de la avispa
La avispa hembra se mete en el higo masculino para poner huevos y este tiene una forma especial para albergar en su interior los huevos de las avispas. Mientras se introduce en el higo, la avispa generalmente pierde sus alas y antenas, por lo que se le hace imposible salir y muere en el fruto.
Las crías de avispa macho nacen sin alas ya que su única función es procrear con las crías de avispa hembra, las que técnicamente serían sus hermanas, y hacer un túnel para salir del higo. Finalmente las crías hembras salen del higo llevándose el polen para continuar con el ciclo en una nueva higuera.
Si una avispa entra por accidente en un higo femenino, como los que sí consumimos, no tendrá espacio para reproducirse al interior y como no puede salir, morirá dentro.
Es importante saber que los cuerpos de las avispas se descomponen dentro del higo gracias al trabajo de una enzima del fruto llamada ficina, la cual transforma al insecto en proteína.
Además, actualmente la mayoría de las variedades de higo de consumo humano son partenogenéticas, es decir, que siempre dan fruto en ausencia de polinizador.