Uno de los mayores bienes intangibles del ser humano, pues sin ella somos incapaces de tener una valoración positiva de nosotros que nos permita un correcto desarrollo social. Incluido la auto protección y el amor propio.
Muchas veces nuestras palabras y acciones no forman seres humanos capaces, sino que generan una profunda tristeza, lo que lleva a una baja autoestima que puede alcanzar niveles peligrosos.
La buena autoestima, junto a una buena salud psicoemocional, nos permitirá desarrollar más actitudes positivas, promoviendo relaciones y experiencias provechosas a nuestro alrededor.
Es verdad que nadie nace sabiendo cómo ser padre, madre, tío o abuelo a la perfección, y por ello es que a continuación te contaremos cómo puedes evitar ciertos hábitos con tus hijos. Así podrás cuidar su autoestima e, incluso, fortalecerla.
Si te has sentido mal por ver a tu hijo con baja autoestima y eres alguien que procura protegerlos constantemente, entonces estos consejos serán para ti.
La autoestima como motivador e inspirador
En su libro “Psicología: la aventura de conocernos”, el psicólogo venezolano Pablo Ríos Cabrera cuenta que la autoestima se relaciona con las expectativas y el éxito. La autoestima nos impulsa a crecer, seguir nuestras metas y alcanzar el éxito en ellas.
Por ejemplo, si nuestra hija desea ser astronauta se formará ciertas expectativas al respecto en las que visualizará a su sueño realizado. Si lo logra, hablamos de una autoestima saludable. Pero, al contrario, si se le dificulta demasiado generar expectativas donde pueda realizar su sueño, entonces “Houston, tenemos un problema…”
A partir de este mismo ejemplo, analicemos un poco más mediante otros escenarios:
Escenario #1
Nuestra hija nos comenta que desea ser astronauta cuando sea mayor y, a continuación, le damos unas vueltas y cometemos errores como los siguientes:
- La ayudamos tanto en las tareas escolares relacionadas a las ciencias del espacio, que acabamos haciéndolas nosotros por completo pues creemos que al tenerlas “perfectas” será mucho mejor. Aunque es bueno participar activamente en las tareas de nuestros hijos, ellos deben tener su espacio para resolver cuestiones por sí mismos. De otra forma, les generaremos dependencia.
- Les compramos libros y telescopios para ver las estrellas, pero nosotros nos dedicamos a armarlo. En este caso podemos supervisar con cierta distancia, pero otra cosa es inutilizarla por completo.
- Decidimos no llevarla al planetario ni a ningún curso sobre ciencias del espacio, y la dejamos en su casa porque ahí está “más segura”. La sobre protección limita demasiado a los niños: los vuelve inseguros, ansiosos y baja su autoestima.
Como resultado, la niña ya no puede imaginarse siendo astronauta porque le saboteamos el sueño con nuestras acciones. Mientras creíamos procurarle con todo lo que necesitaba, simplemente coartamos sus posibilidades de desarrollo. Y, con ello, su autoestima.
Escenario #1
Nuestra hija nos cuenta que quiere ser astronauta cuando mayor, y nosotros:
- Colaboramos con ella siempre que nos solicite ayuda para alguna tarea escolar, especialmente si está relacionada al espacio y la tecnología espacial
- Le conseguimos un telescopio, un libro o un juguete relativo al tema de su sueño, permitiéndole que lo explore por sí misma desde el primer momento. Cuando tenga algún inconveniente, intervenimos lo suficiente para guiarla, pero lo importante es que aprenda por sí misma. Debemos mostrarle el camino, no recorrerlo por ella.
- Evaluamos la idea de ir al planetario de visita o iniciar un curso de ciencias del espacio, lo que más se acomode a nuestras posibilidades. Si resulta mal, al menos no sentirá que tiene un sueño sin resolver.
Siempre que podamos realizar una actividad, lo mejor será buscar alternativas que nos permitan pasar tiempo de calidad con nuestra hija. Por ejemplo, una noche de películas espaciales.
¿Y si no les permitimos cometer errores?
Cuando los niños son sobreprotegidos y no los dejas cometer errores ni tener malas experiencias, no podrán desenvolverse en la vida y se convertirán en personas dependientes. Además, tendrán un autoconcepto pobre e incluso malo. También creerán que cometer errores es algo malo porque “duele”.
Nunca debes robarles la oportunidad de aprender de sus errores y admitir que están equivocados pues les robarás la satisfacción de solucionar las cuestiones.
Debes enseñarles a hacer mejor las cosas, y a ser responsables de sus acciones. De esta forma, aprenderán a tener una visión saludable de los errores y se darán cuenta de lo útiles que son.
¡Te lo agradecerán toda la vida!