Cuando Carmen y su novio se encontraban comiendo en un restaurante, una mujer sin hogar entró y comenzó a buscar en las mesas sobras de comida para poder alimentarse.
Se acercaba a cada mesa y le preguntaba a las personas si podía tomar lo que habían dejado, pero ninguno de los clientes le respondía, solo la ignoraban.
La pareja no podía creer la situación y comenzaron a reflexionar sobre ello, pensando qué podían hacer.
Carmen le dijo a su novio que ella le daría las sobras que quedaban en su plato, unas papas fritas y algunas patas de pollo, si es que la mujer se acercaba, ya que con eso por lo menos podría alimentarse un poco.
Pasaron algunos minutos hasta que la señora se acercó a la mesa de la pareja y le pidió las sobras. En ese momento Carmen le dijo que sí podía tomarlas, entonces se sentó y comenzó a comer los retos fríos del plato.
Carmen no podía dejar de sentir que debía hacer algo más para ayudarla, por eso fue a la caja y le compró una cena completa, además le pidió a los encargados del local que no la echaran a la calle, porque a pesar de que su olor no era el mejor y le molestaba a los clientes, ella debía ser bien tratada.
“Ella estaba lista para irse cuando la sorprendí con esta cena… su mirada lo dice todo. Nunca había sentido algo como esto… gratitud real y pura”.
– Carmen Mendez
El novio de Carmen inmortalizó el momento en que la mujer la abrazó, agradecida por la cena.
“Ese abrazo que me dio fue un abrazo que nunca había sentido… esas lágrimas que derramó las sentí muy en mi corazón. La sostuve fuerte y dejé que se expresara. No me causó repulsión. Solamente la sostuve. Fue un momento que nunca olvidaré. Así que la próxima vez que juzgues a una persona sin hogar, piénsalo dos veces… no todos ellos están así por drogas o porque son flojos”.
– Carmen Mendez