Si las abejas no existieran en el planeta podría decirse que se estaría acercando el fin del mundo como lo conocemos hasta ahora. Su papel en el ecosistema es tan esencial que cada vez que se conocen noticias sobre su exterminio es preocupante.
En Brasil han muerto más de 500 millones de abejas por causa de un insecticida y lo más grave es que esa sustancia también es perjudicial para los humanos.
Fipronil, la sustancia encontrada en las abejas, es clasificada como cancerígena humana por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. y fue proscrita por la Unión Europea.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, el 75% de los cultivos a nivel mundial dependen de la polinización de las abejas.
Además afirman que en Brasil el uso de este pesticida aumentó en un 770% entre 1990 y 2016, preocupantes cifras para el ecosistema.
“Tan pronto como las abejas sanas comenzaron a sacar a las abejas moribundas de las colmenas, se contaminaron».
Aldo Machado, vicepresidente de la Asociación de Apicultura de Río Grande do Sul en Brasil a BBC
BBC señaló que este país es el mayor comprador de pesticida en el mundo, de hecho se registran 193 insecticidas químicos en la nación.
Pero eso no es todo, ya que la sustancia también afectó a una mujer Andresa Batista, de 30 años y madre de tres hijos.
En marzo de 2018 trabajó recolectando soja en una plantación cerca de Brasilia y comenzó a sentirse mareada, con náuseas, hasta que finalmente se desmayó. Luego otros 40 campesinos se enfermaron al igual que ella, según informa Infobae.
En Europa ya han comenzado a tomar medidas con respecto a la muerte masiva de abejas y en la ciudad holandesa de Utrecht se instalaron techos verdes en las paradas de autobuses de la línea 316. Con esta medida es posible que insectos polinizadores sean atraídos y contribuyan a la biodiversidad del sector.
Esperamos que Brasil revierta este gran problema para evitar la despoblación de las abejas y de otros animales que de igual manera se ven afectados con los pesticidas.