Lo mejor de ser niño es que puedes explorar el mundo a tu antojo, revolcarte por el barro y quedar todo sucio, o pasar horas y horas jugando en la arena sin aburrirte. Los padres son los únicos que se preocupan en esta situación porque hay quienes piensan que todo ese desastre no sirve para nada, pero no pueden estar más equivocados.
Según la ciencia, es muy importante que los niños jueguen con arena o con barro, ya que de esa forma crecen de una manera más saludable.
Muchos padres prefieren que sus hijos jueguen en la tranquilidad y seguridad del hogar, en lugar de hacerlo en espacios abiertos. De acuerdo a esto, Richard Louv entrevistó a alrededor de 3.000 familias, concluyendo que los niños actualmente no buscan jugar en espacios libres porque prefieren estar en sus casas, cerca de la tecnología.
“Nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos son las generaciones más desconectadas de la naturaleza de la historia”
Richard Louv
La pediatra Maria Júlia Carvalho, señala que los niños necesitan estar en contacto con los microorganismo presentes en la tierra y el pasto para que puedan desarrollar su sistema inmune. Por lo tanto, estos juegos “poco higiénicos” son los mejores que pueden tener y la limpieza debería pasar a segundo plano.
El contacto con estos factores ayuda a que el sistema inmune se desarrolle correctamente en los niños y que posteriormente se puedan prever enfermedades y alergias, según afirma la pediatra.
Por su parte, Richard Louv señala que las actividades en el exterior fomentan la creatividad, reducen el estrés y la depresión, y además permiten un mayor desarrollo cognitivo.
Las mascotas también son un factor fundamental para el desarrollo de los niños, ya que un estudio realizado por Journal of Allergy and Clinical Inmunology, señala que quienes conviven con gatos o perros desde temprana edad tienen menos posibilidades de desarrollar alergias.
Esto sucede porque al compartir el hogar con animales, también se conviven con continuos niveles de endotoxinas, las bacterias presentes en el polvo del ambiente, lo que a la larga fortalece el sistema inmune.
El sistema inmune es aquel que protege a las personas de los agentes externos como gérmenes y bacterias que afectan la salud. Actúa detectando las sustancias que son potenciales generadoras de enfermedades e infecciones, para luego, luchar contra ellas.
Para que su función pueda ejecutarse correctamente, el sistema debe adaptarse a los microorganismos del exterior. Por esto, a medida que los niños crecen se vuelven más resistentes a muchos gérmenes porque ya han estado expuestos a ellos y el cuerpo ya ha recolectado la información necesario para defenderse.
Cuando los microorganismo no están presentes, el sistema inmunológico comienza a ser más vulnerables a sustancias que en otras situaciones no serían vulnerables, como suele suceder con el polen o el pelaje de las mascotas, lo que conlleva a alergias.
Richard Louv afirma que el no dejar a los niños interactuar con el entorno exterior les impide el correcto desarrollo de su creatividad por la falta de estímulos físicos. Pero eso no es todo, porque tampoco los ayuda a adquirir experiencia directa ante algunas circunstancias.
Por otro lado, señala que la actividad física que desarrollo el niño en el exterior previene en gran parte la obesidad que afecta cada vez más a la población infantil.
Deja que tus hijos jueguen en el barro y ayuda a que se desarrollen tanto física como psicológicamente saludables, fuertes y felices.