El ingenio y el esfuerzo ha sido muchas veces la diferencia entre la ruina y el surgimiento de una familia, especialmente durante estos tiempos de pandemia. Por ejemplo, en Cusco (Perú) un clan ha logrado superar la crisis gracias al arduo trabajo de un pequeño niño de 10 años.
Francisca y pedro Conde viven en la comunidad de Ventanayoq-Rumaray, ubicada a 4 mil metros de altura. Hace menos de un año que tienen un albergue para cuyes habilitado en su vivienda.
El sustento familiar se lograba gracias a la venta de estos roedores, ampliamente consumidos en el país y, en especial, en la zona de Cusco. Pero la pandemia pronto los dejó con las manos vacíos y obligados a rematar los pocos ejemplares que tenían para sobrevivir.
Por suerte, hoy la producción se está recuperando gracias a la labor de Milder, el hijo de la familia que aprendió a criar cuyes por su cuenta asistiendo a un curso impartido por la Municipalidad Distrital de Ccorca.
Con su trabajo ha logrado estabilizar el negocio familiar.
Es importante escoger bien el alimento, el pasto o alfalfa. No tiene que estar mojado ni muy seco, porque les puede dar timpanismo [a los cuyes] y se nos mueren. La temperatura del galpón tiene que ser caliente y este tiene que permanecer siempre limpio
Milder Conde
Su madre explica que cada cuatro meses tienen una camada nueva lista para la venta. Cada cuye se vende a unos 25 soles (alrededor de 7 dólares) en promedio.
“A veces los llevamos a los mercados de Cusco y Anta, entre 30 y 40 cuyes. Nuestra meta es llegar a los 100, para así tener mejores ingresos”, cuenta Francisca.
Esta familia fue beneficiaria del Programa de Cadenas Productivas de la municipalidad Distrital, cuyo objetivo es fortalecer la actividad económica local en distintas áreas: cultivo de flores, fresas y hongos, criadero de animales, etcétera.
“La meta es expandir más beneficiados, nosotros les damos la asesoría técnica y algunos insumos para el emprendimiento”, explicó Marco Antonio Quente, encargado del proyecto.