La infiltración es un proceso que consiste en inyectar un medicamento o sustancia en una articulación, nervio, herida u otra zona, para que actúe en la parte lesionada. Actualmente se utiliza bastante, ya que permite solucionar patologías o aliviar dolores intensos, además de tener resultados duraderos y eficaces.
Su principal indicación es en las articulaciones inflamadas, en donde se inyectan sustancias antiinflamatorias y fármacos que ayudan a reducir la inflamación y estimular la regeneración del tejido. Es una técnica poco invasiva y es más fácil de sobrellevar que una cirugía.
La sustancia que se inyecta en una infiltración depende de la patología que se quiera tratar. En el caso de las lesiones articulares, se infiltra colágeno o ácido hialurónico, los cuales estimulan la recuperación del tejido.
La técnica consiste en inyectar el medicamento directamente en la zona lesionada para obtener un resultado más rápido, efectivo y duradero. Incluso se evitan los efectos secundarios sistémicos que produciría una administración por vía oral o intramuscular.
La infiltración suele realizarse en personas que llevan mucho tiempo tomando medicinas sin conseguir mejoría o cuando el dolor es demasiado intenso, como en los casos más extremos de tendinitis o bursitis.
La tendinitis es una lesión que causa inflamación e irritación, provocando dolor e inmovilidad. Es muy frecuente en las rodillas, el talón o el hombro. La bursitis es una inflamación de la bolsa que protege las articulaciones y amortigua el choque entre los huesos. Aparece cuando se utiliza intensamente una articulación, como la rodilla.
Infiltración epidural
Cuando se presenta el caso de una raíz nerviosa inflamada se realizan infiltraciones en la columna vertebral, en el espacio epidural. En estos casos se produce un dolor irradiado, es decir, la persona siente dolor en zonas alejadas que no están lesionadas y con este tipo de infiltración se reducen notablemente los dolores.
La infiltración epidural reduce notablemente los dolores de la ciática, cuando los tratamientos habituales no alivian al paciente.
La infiltración no es la primera opción terapéutica ante una lesión, se utiliza solo cuando el paciente no responde ante el tratamiento convencional o el dolor es agudo.
Lo ideal es utilizar un anestésico tópico que permita inyectar la aguja sin dolor. Cuando la infiltración no es superficial, el médico se guía con técnicas como la ecografía para orientarse. Cuando la aguja está en el lugar deseado, se infiltra el medicamento lentamente para que se distribuya uniformemente en la lesión.
Luego del procedimiento se recomienda tener 48 horas de reposo.