El qigong o chu kung (cultivo de energía vital) es un sistema holístico que incluye la postura corporal y el movimiento coordinado, la respiración y la meditación. Todo esto se utiliza para la salud, la espiritualidad y el entrenamiento en las artes marciales.
Este poderosa técnica te ayudará a superar los desafíos de la vida que puede ser desde dolores de cabeza, depresión, estrés mental, una crisis espiritual o incluso enfermedades crónicas.
Movimiento de “la grúa” sostenida en una sola pierna
Este ejercicio tiene como objetivo desarrollar el equilibrio y la agilidad, estirar suavemente los ligamentos, mejorar la circulación y relajar la columna vertebral. Repite en cada lado al menos 5 veces. No te preocupes si no te sale bien la primera vez.
De pie sostenido, absorviendo energía
Este ejercicio de meditación va a mejorar tu forma de respirar, ya que lleva tu cuerpo a contraerse y expandirse para generar vitalidad. Visualiza tu respiración inflándote como un globo por dentro. Mientras tanto, imagina que estás soltando energía. Continúa haciendo esto durante 2 – 5 minutos.
Tus brazos deben permanecer en el mismo lugar durante todo el ejercicio.
Círculos de energía
Este ejercicio es perfecto como una práctica independiente o como un calentamiento energético antes de entrenar artes marciales. Qigong implica el uso de las manos para dirigir la energía a menudo en un patrón en forma de espiral. Ayuda a desarrollar poder y bienestar para tu cuerpo.
Presta mucha atención a tus dedos. Ellos deben dirigirse hacia tu abdomen.
Sentadilla china contra la pared
Este ejercicio es fundamental para mantener limpios los canales de Qi (flujo vital de energía) alrededor de la región lumbar y la médula espinal. Es muy eficiente para aliviar los trastornos mentales y nerviosos, también ayuda a mejorar la función renal.
Deber repetir la postura tantas veces como puedas, pero no olvides prestar atención a las señales de tu cuerpo. Los expertos del Instituto Qigong recomiendan comenzar con 10 sentadillas y aumentar de manera progresiva diariamente.
Activador de resistencia
Este ejercicio es conocido también como “caminata de tres millas”. En la Edad Media, los monjes lo practicaban para mejorar sus resistencia y mejorar la fuerza de las piernas cuando se sentían fatigados.
Evita redondear completamente tu espalda.
Posición del recolector de fruta
Este ejercicio sencillo pero muy efectivo. Intenta levantar los brazos por encima de la cabeza y estírate hacia arriba, como si estuvieras recolectando frutos de un árbol. Este es uno de los movimientos más antiguos de la humanidad, activa los riñones, el brazo y el páncreas. Pone en marcha la total funcionalidad de estos órganos y fortalece las articulaciones.
Movimientos en espiral de cuerpo completo
Este movimiento ayuda a abrir las articulaciones y relajar los músculos. También forma la integración del cuerpo completo e involucra tus tendones y ligamentos en lugar de depender solamente de tu fuerza muscular. Repite el ejercicio 8 veces.
Círculos en la postura del jinete
El objetivo principal de este ejercicio está orientado no solo a entrenar tu cuerpo, sino también a reforzar tu energía y mente. Es un método genial que realmente puede ayudarte a aliviar la tensión en las caderas y mejorar tu postura, además facilita la energía que se abre en la parte inferior del cuerpo.
Párate firmemente, manteniendo los pies de forma paralela, y comienza con los codos doblados extendiendo los brazos hacia arriba, permitiendo que tus hombros giren para que las manos se encuentren una a la otra. Las yemas de los dedos deben tocarse ligeramente al llegar a la parte superior.
Flexión y elevasión
Este ejercicio mejora la estabilidad de las articulaciones en tu rodilla y te enseña la forma correcta de levantar cosas sin lesionarte. Dobla las rodillas y la cintura. Asegúrate de que tus articulaciones no se extiendan más allá de tus dedos y que tu columna siempre esté recta.
Giros sobre las rodillas
Este ejercicio se utiliza como calentamiento en todas las artes marciales en general, que revitaliza las piernas, tanto hacia arriba como hacia abajo. Comienza con las piernas separadas al ancho de tus hombros y flexiona lentamente la cintura y las rodillas.
Coloca las manos sobre ellas y empieza a hacer círculos hacia afuera, alrededor de los tobillos. Asegúrate de no permitir que las articulaciones se extiendan más allá de los dedos de los pies.