Es algo totalmente natural que los hijos carguen con el peso de la muerte de sus padres, sin embargo, eso no significa que la vida nos prepare para ello. Toda ausencia o separación implica sufrimiento, un sentimiento que nadie nos ha enseñado a afrontar.
La muerte de un padre o una madre jamás se podrá sanar, solo se podrá vivir con esa herida aferrándose a los buenos recuerdos, a fotografías y al legado que ha dejado en nuestro corazón.
El legado emocional y vivencial que se construye con un ser querido no entiende de distancias o de tiempo, por eso no importa si la pérdida ocurre cuando ya tenemos una vida independiente o incluso una familia, el dolor será el mismo.
A pesar de ya no ser niños, siempre seguiremos buscando ese consejo, ese abrazo paternal o maternal, esa mirada de confianza ofreciéndonos ayuda en el momento en que más lo necesitamos.
El Duelo
Al ser seres afectivos y sociales podemos llegar a tener una relación bastante íntima con nuestros padres, por lo mismo, al perderlos nos duele tanto. Cada duelo se vive de forma personal, ya que es el proceso en el cual se llega a aceptar la pérdida del ser querido.
El duelo involucra 5 fases:
- La negación
- La rabia
- La negociación
- La expresión del dolor emocional
- La aceptación
A pesar de que estas son las fases más comunes, cada quien lo afronta a su modo, el dolor se canaliza de formas muy diversas y no todos somos iguales al gestionarlo. Por eso no es raro ver que quizás un hermano o un familiar no reacciona de forma muy exagerada ante la muerte de un padre o una madre.
Este proceso se basa en encontrar el canal que más te alivie, que no tiene por qué ser el mismo que tus familiares. Si quieres permanecer solo, hazlo, mira fotografía y llora todo lo que necesites.
Poco a poco el sufrimiento será menor y aunque te cueste creerlo, podrás seguir adelante con tu vida. Nunca olvidando, solo sanando.
Una pérdida sin despedida
Una de las cosas más dolorosas al peder a alguien, es no habernos despedido. Peor aún cuando la muerte llega luego de una discusión, un mal entendido o una mala palabra, ya que esto detono un sufrimiento difícil de asumir.
Pero lo importante de todo esto es que nuestros padres sí saben cuánto los queremos, independiente de qué haya sido lo último que les hayamos dicho. Es importante saber dar un adiós tranquilo y seguro, ellos siempre estarán con nosotros.
Volver a sonreír
La pérdida de nuestros padres jamás se supera, solo se logra convivir con ellos, ya que es una herida de nuestras raíces. De todas formas hay que permitirnos ser felices nuevamente y para ello es importante tener en cuenta que nuestros padres quisieran que volvamos a sonreír.
Los buenos recuerdos que viviste con tus padres son regalos emocional y eso lo debes transmitir a tus hijos. Son un legado de amor y afecto que nos hacen crecer como persona.
Disfruta a las personas que quieres ahora, porque eventualmente a todos nos llegará el momento de decir adiós.